Ser líder de un proyecto puede ser emocionante para algunas personas, pero para otras es algo que prefieren evitar, ¿sabes por qué? Es porque no saben gestionar sus habilidades de líder y terminan con más frustración que trabajo terminado.
Esto es importante porque nos hace ver cómo con una gestión adecuada, muchas personas podrían gestionar equipos de trabajo, con la finalidad de realizar un proyecto concreto.
¿Quieres saber cómo? Quédate a ver estos 4 puntos.
1. Determina objetivos claros
No puede existir el equipo indicado sin un objetivo para el que se haya formado. Tener los objetivos claros antes de ejecutar cualquier paso es clave; los colaboradores dentro del equipo de trabajo, el seguimiento y la planeación seguirán la dirección de acuerdo a los objetivos establecidos.
2. Elige las piezas de tu equipo
En ocasiones no podremos elegir a los miembros de nuestro equipo y tendremos que trabajar con las personas ya contratadas. Pero si cuentas con la opción de seleccionar personas de distintas áreas para llevar a cabo nuevos proyectos, elige personas que cuenten con habilidades variadas.
Conformar un equipo equilibrado entre personas creativas y personas analíticas, puede hacer la diferencia entre un equipo formado por favoritismos o demasiados extremos en las personalidades. ¡Comienza a salir de tu zona de confort!
3. Aprende a delegar, pero supervisa
Uno de los conflictos más recurrentes en los proyectos de trabajo recae en la falta de habilidades que tienen algunos líderes para delegar tareas.
Muchas veces el perfeccionismo orilla a los gestores de proyectos a inmiscuirse en todos los detalles, causando presión involuntaria o bien impidiendo el desarrollo de las labores. Quizá tu intención de supervisar no tenga malas intenciones, pero imagina a un colaborador que recibe 6 mensajes por hora, preguntando por el estatus del trabajo.
Si la constante presión en los colaboradores suele ser contraproducente, la total ausencia de supervisión puede causar el mismo efecto. Encuentra el punto medio y sigue adelante.
4. Felicita en público, corrige en privado
La motivación y el bienestar de los colaboradores son factores que no fueron considerados relevantes para la mayoría de gestores, sino hasta la última década del siglo pasado.
Evidenciar los errores de manera pública parecía ser un método de la vieja escuela para evitar que se repitiera una situación, pero los índices de productividad a mediano plazo y el estrés laboral recomiendan encontrar mejores maneras de gestionar los errores y los conflictos internos.
En cambio, es posible notar que los logros grupales o individuales que son reconocidos en público suelen generar un efecto sinérgico en los colaboradores, invitando a mantener un buen ritmo de trabajo con la finalidad de obtener una proactividad más orgánica a causa de la motivación.
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